Trump califica de “error” el ataque en Sumy; pero la guerra de Rusia parece avanzar exactamente según el plan de Putin
Análisis de Nick Paton Walsh, CNN
“Me dijeron que cometieron un error”. Así caracterizó el presidente de EE.UU., Donald Trump, el “horrendo” ataque con misiles de doble impacto de Rusia en el centro de Sumy, Ucrania, el sábado, que supuestamente utilizó municiones en racimo para maximizar las bajas.
Los misiles Iskander que se informa que se utilizaron son precisos, y el uso de dos de ellos podría sugerir un grado de intención y malicia, dirigido a golpear a los servicios de emergencia también mientras se apresuran a intervenir. Es poco probable que el Kremlin haya visto el error de sus acciones, debido a que esta táctica se ha vuelto tan común, y quizás un simpatizante esté excusando a Rusia ante el presidente de Estados Unidos.
El ataque del fin de semana fue, para los aliados de Ucrania, un recordatorio espantoso de la verdadera intención de Moscú en su invasión: aterrorizar a los ucranianos para que se sometan. El objetivo, Sumy, también está en la mira inmediata de Rusia, ya que el presidente Vladimir Putin afirma buscar una zona de amortiguamiento dentro de Ucrania al bombardear esta próspera ciudad fronteriza.
El ataque también puso un énfasis no deseado en lo poco que ha dado fruto la búsqueda implacable de la diplomacia por parte de la Casa Blanca. Trump dijo el viernes en las redes sociales que Rusia tenía que “moverse”, pero no proporcionó plazos ni consecuencias explícitas si no lo hacía, aunque se han planteado aranceles secundarios sobre sus compradores de petróleo.
Trump ha hecho comentarios similares antes, en los que reprende a Moscú por su embestida contra los civiles de Ucrania, mientras también expresa un dolor más amplio por la tragedia de la guerra en general, en lugar de furia por las masacres específicas del Kremlin, como la de nueve niños en un parque infantil de Kryvyi Rih días antes.
La verdad que Trump puede ser reacio a publicar en redes sociales es que la diplomacia de Rusia se ha convertido de manera predecible en mucho ruido y pocas nueces. Genera el ruido necesario, pero tiene poca consecuencia, salvo que Moscú sigue ganando tiempo y llevando a cabo la guerra en sus propios términos.
Los diplomáticos estadounidenses y rusos están ahora en un carrusel del aparente diseño de Moscú, con múltiples pistas que dejan escasas posibilidades de progreso real. El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, vuela intermitentemente a Rusia, presumiblemente para escuchar demandas directas del Kremlin, cuyo funcionario calificó su visita del viernes a San Petersburgo como “productiva”. Diplomáticos estadounidenses y rusos de alto nivel se reúnen en Arabia Saudita para plantear ideas de cese del fuego y una distensión más amplia, mientras que las reuniones diplomáticas de nivel inferior comenzaron la semana pasada en el nuevo lugar de Turquía para abordar los detalles técnicos de la reapertura de embajadas.
Y hay más. Los estadounidenses y ucranianos han estado elaborando en Washington una forma viable de avanzar desde un contrato denso y corporativo de minerales de tierras raras, redactado (y quizás solo entendido) por abogados corporativos de Delaware, que parece, según el borrador más reciente visto por CNN, estar casi completamente a favor de la Casa Blanca.
Y hay una vía diplomática diferente entre EE.UU. y Ucrania sobre la paz, también en Arabia Saudita, que hasta ahora ha propuesto un alto el fuego amplio que Rusia aún no ha aceptado. En su lugar, un cese del fuego limitado de 30 días contra la infraestructura energética, caóticamente gestado y apenas respetado, termina el viernes. Esta primera prueba de diplomacia, aparentemente muerta al llegar, de alguna manera aún no ha proyectado futuros esfuerzos como problemáticos.
El diagrama de flujo anterior, o diagrama de Venn caducado, tiene el hilo unificador singular del Gobierno de Trump que busca progreso a partir de múltiples diálogos diferentes que espera eventualmente se fusionen en una paz duradera singular. Cinco conversaciones diferentes y actuales, y eso incluso si no cuentas el papel mayormente silencioso del enviado especial de Trump a Ucrania y Rusia, el general Keith Kellogg, o la influencia intermitente pero general que tienen las llamadas telefónicas entre Putin y Trump.
Esta interfaz dispar y confusa es, dicen los críticos de Moscú, una táctica rusa estándar para ganar tiempo mientras aparentan estar comprometidos. El Gobierno de Trump estaba lleno de plazos de 24 horas a 100 días sobre la paz antesde que la realidad comenzara a hacerse evidente. Ahora no hay un plazo —ni un fin a las conversaciones en metástasis— a la vista.
¿Por qué busca tiempo Putin? Porque cree que se ha demostrado que Trump se distrae fácilmente y está interesado en una victoria fácil, pero no en un compromiso complejo. Putin también cree claramente que este verano puede lograr una victoria tangible en las líneas del frente que cambiará la dinámica en las conversaciones.
Su embestida en Sumy está destinada a ganar espacio para Rusia en la frontera, pero también a arrastrar a las fuerzas de Ucrania. Rusia está haciendo un progreso lento pero inquietante al sur de Zaporiyia, un área donde hace casi dos años se suponía que su contraofensiva se había fracturado. Un oficial de inteligencia ucraniano que se trasladó recientemente cerca de la ciudad de Jarkiv describió una línea del frente más tranquila de lo esperado y ansiedad por lo que se avecina.
Las preocupaciones crecen de que Rusia esté acumulando refuerzos, esperando que el terreno se seque en mayo para escalar una ofensiva de primavera que, según funcionarios ucranianos, ya ha comenzado parcialmente. Kyiv ha insinuado una escasez de municiones de artillería en las próximas semanas, y las promesas recientes de sus aliados pueden no haber evitado esa crisis inminente. Será un verano muy difícil para Ucrania.
Es aquí donde la realidad se hace evidente. Moscú ha invertido todo en una guerra en la que simplemente no puede permitirse nada menos que la victoria. No ve ganancia en forjar un acuerdo sobre líneas del frente congeladas ahora. El impulso, con una Casa Blanca rompiendo normas económicas y de seguridad por el haz, y Ucrania luchando por satisfacer las necesidades de mano de obra y recursos, está día a día más a su favor. Los rusos están ganando tiempo ya que creen que está de su lado.
Sus aliados europeos se preparan inquietantemente para dos futuros posibles desagradables. El primero es la posibilidad de un colapso ucraniano y la necesidad de que los miembros europeos de la OTAN contengan a los rusos sin la ayuda estadounidense. Esta es una probabilidad más remota, pero el trasfondo de las preparaciones en todo el continente. La segunda posibilidad es más factible y pública: los británicos y franceses lideran los preparativos para una “fuerza de seguridad” para proteger cualquier cese del fuego. El ruido y la planificación sirven para dos propósitos: permite a Kyiv aceptar la diplomacia sabiendo que tiene algunas garantías de seguridad en su lugar. Y en parte avergüenza a Moscú al bloquear un plan de paz que está cada vez más listo para implementarse.
Pero con cada rotación de la rueda diplomática, los términos de la paz real se vuelven más difusos. Putin parece menos dispuesto a ofrecer incluso una pausa parcial debido a que cree que, en última instancia, Trump es ineficaz y no lo castigará efectivamente por rechazar esta distensión.
Trump dijo sobre las conversaciones de Estados Unidos con Rusia y Ucrania el fin de semana: “Sabes, hay un punto en el que tienes que actuar o callarte”. Su problema es que tanto él como el Kremlin están contentos de seguir hablando. Y ninguno quiere actuar tampoco: Trump es reacio a imponer sanciones severas y perturbar su relación con Moscú, y el Kremlin parece no tener ningún deseo de detener la guerra.
“Veremos qué pasa, pero creo que va bien”, agregó Trump. Ucrania debe esperar que no signifique simplemente que el destino del país será eclipsado permanentemente por otra crisis.
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