Rubio afirma que EE.UU. le da prioridad al continente, pero la obsesión con Cuba podría alejar a sus vecinos
Análisis de Patrick Oppmann, CNN
Los jefes de Estado de América Latina y el Caribe se han quejado durante mucho tiempo de que la mayoría de las administraciones estadounidenses tratan a la región como algo secundario.
Pero ahora que el hemisferio occidental está bajo la lupa de la administración de Trump, abarcando desde la migración hasta el narcotráfico y la trata de personas, esos mismos líderes podrían estar extrañando los viejos tiempos de relativa indiferencia.
Los funcionarios de la administración estadounidense han comenzado a referirse al Caribe como la “tercera frontera” de Estados Unidos, otra línea roja donde es necesario contrarrestar el flujo de drogas, la migración ilegal y la creciente influencia de China.
“Cuando el presidente Donald Trump asumió el cargo, se comprometió a garantizar que nuestra política exterior estuviera alineada con los intereses de nuestra nación. Para hacer realidad su visión, priorizamos a nuestra región, las Américas”, escribió el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, en el Miami Herald el sábado.
Algunos diplomáticos latinoamericanos se quejan en privado de que la administración de Trump aumenta la presión sobre sus países al mismo tiempo que recorta miles de millones de dólares en fondos de USAID que la región necesita con urgencia.
La política, afirman, consiste en imponer más palos y muy pocas zanahorias, y que el Departamento de Estado, bajo el mando de Rubio, se ha obsesionado con oponerse a la influencia cubana y venezolana cuando otros temas, como los impactos del cambio climático, la creciente desigualdad y un Haití devastado por las pandillas al borde del colapso, deberían tener prioridad.
Incluso antes del viaje de Rubio a la región caribeña la semana pasada, era evidente que su enfoque sería más de “policía malo” que de “policía bueno”, debido a que Washington amenaza con sancionar a funcionarios extranjeros de países que contraten a médicos y enfermeras cubanos.
Las sanciones podrían incluir la prohibición de que los funcionarios y sus familiares directos viajen a Estados Unidos. También privaría a La Habana de divisas que necesita con apremio.
Durante una conferencia de prensa el miércoles en Jamaica, Rubio lo calificó de trabajo forzoso, afirmando que el régimen cubano “no les paga a estos médicos, les quita los pasaportes”.
Pero las amenazas de sanciones contra los programas médicos de Cuba causaron una notable reacción por parte de varios líderes caribeños y latinoamericanos.
En la misma conferencia de prensa con Rubio, el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, afirmó que su gobierno planea seguir empleando médicos y enfermeras cubanos en sus hospitales, a la vez que demostraba a Estados Unidos que el programa en Jamaica opera de acuerdo con las normas laborales internacionales.
“En cuanto a los médicos cubanos en Jamaica, seamos claros: nos han sido de gran ayuda”, declaró ante la presencia de Rubio, cubanoamericano y acérrimo adversario del gobierno de La Habana.
“Jamaica tiene un déficit de personal sanitario, principalmente porque muchos de ellos han emigrado a otros países. Sin embargo, somos muy cuidadosos de no explotar a los médicos cubanos que están aquí”, continuó Holness.
El otro foco de atención de la administración de Trump ha sido Venezuela. La semana pasada, amenazó con imponer aranceles del 25% a los productos de los países que compran petróleo venezolano, lo que generó preocupación por un posible aumento de los ya elevados costos energéticos en gran parte de la región.
En febrero, la administración de Trump canceló un acuerdo del Gobierno de Biden que permitía a Venezuela vender petróleo a Chevron, privando al país de un sustento económico muy necesario.
Pero algunas de las sanciones podrían tener consecuencias negativas o, al menos, consecuencias imprevistas. Si Estados Unidos logra cerrar los mercados petroleros a Venezuela, el improbable beneficiario podría ser Cuba, según el analista energético Jorge Piñón.
En lugar de detener la producción, cuya reanudación resulta más costosa, es probable que Venezuela aumente los envíos de petróleo a su aliado Cuba, que en los últimos meses ha sufrido algunos de los peores apagones en años. Anteriormente, la isla, con problemas de liquidez, ha pagado los envíos enviando a miles de médicos cubanos a trabajar en Venezuela.
“Aunque Venezuela no recibe divisas de Cuba, les proporciona una salida para mantener los niveles actuales de producción”, declaró Piñón a CNN.
“No me sorprendería que viéramos un aumento en los envíos de petróleo venezolano a Cuba en los próximos meses, debido a que esto mantendría la producción petrolera de Venezuela”, concluyó. Si ese escenario se materializa, tendría el efecto contrario al que pretendían la Casa Blanca o Rubio.
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