Una señal de alerta se enciende cuando la Casa Blanca de Trump se niega a moderar su política de choque
Análisis por Stephen Collinson
El rápido ascenso de la representante Elise Stefanik fue un barómetro del poder del trumpismo.
Pero una interrupción repentina en su ascenso revela señales de alerta para la Casa Blanca y culmina una semana difícil en la que las inevitables repercusiones de la terapia de choque política del presidente Donald Trump comenzaron a amenazar su agenda.
Trump retiró el jueves la nominación de Stefanik para embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, lo que indica preocupación por una elección especial en su escaño, dada la ya pequeña mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Fue un duro golpe para la republicana neoyorquina que la privará de una plataforma que podría haber usado para defender las políticas de “America first” de Trump y para construir su propio perfil de cara a una posible aspiración a un cargo aún más alto en los próximos años. También fue una pobre recompensa por su lealtad al presidente y su alejamiento del republicanismo convencional, que, según los críticos, suprimió los principios en favor de la ambición. Trump prometió que Stefanik volvería al liderazgo republicano de la Cámara de Representantes tras renunciar a su puesto número tres y sugirió que podría obtener un lugar en la administración más adelante.
Pero el revés para Stefanik fue una inusual admisión por parte del presidente de que ni siquiera su característica arrogancia y su afán por el poder sin control pueden siempre superar la lógica política. Y su cambio de postura respecto a Stefanik es una señal de vulnerabilidad política a tan solo dos meses de su ya turbulento segundo mandato.
Los demócratas podrían estar tambaleándose ante el impactante regreso de Trump a la oficina oval. Y el Partido Republicano sigue apoyando firmemente a un presidente que utiliza la intimidación para imponer su lealtad al partido. Pero no es inmune a la gravedad política. Y acaba de sufrir una semana de pesadilla en la que varias crisis políticas potencialmente dañinas fueron directamente atribuibles a su enfoque y estrategia.
La Casa Blanca sigue intentando calmar la controversia sobre los detalles secretos de los ataques militares pendientes en Yemen, publicados por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, en un chat grupal que incluía por error a un periodista. El episodio hizo que el equipo de Seguridad Nacional de Trump pareciera estar formado por aficionados y destacó los riesgos de elegir a funcionarios de alto nivel que carecen de experiencia pero que lucen bien en televisión y comparten las tendencias disruptivas de su jefe.
También hay indicios de que la purga del Gobierno federal impulsada por Elon Musk está empezando a generar confusión, lo que podría amenazar servicios vitales y provocar una reacción política negativa. La Administración del Seguro Social dio marcha atrás en otra reforma, ya que los recortes de personal impuestos por el Departamento de Eficiencia Gubernamental provocaron largas esperas en las oficinas de la agencia y asustaron a los beneficiarios de las prestaciones.
Otra iniciativa emblemática de Trump —su promesa de poner fin rápidamente a la guerra en Ucrania— también está fracasando. La Casa Blanca afirmó haber logrado un alto el fuego marítimo en el Mar Negro tras las conversaciones celebradas en Arabia Saudita el lunes. Sin embargo, el acuerdo incluyó exigencias rusas de levantar las sanciones bancarias y agrícolas que Europa quiere mantener. Incluso Trump, quien ha estado pronosticando con bombo y platillo que su amistad con el presidente Vladimir Putin traería la paz, admitió que los rusos podrían estar “dando largas”.
La economía también se presenta inestable. Nuevos datos de esta semana mostraron que la confianza del consumidor se encuentra en su nivel más bajo desde enero de 2021. Los estadounidenses prevén una mayor inflación este año, y cada vez más personas creen que se avecina una recesión, según la última encuesta de Conference Board.
El pesimismo podría reflejar el impacto de la errática implementación de políticas arancelarias por parte del presidente, que probablemente aumentarán los precios, y la propia falta de atención de Trump al costo de los alimentos y la vivienda, lo que le ayudó a ganar las elecciones.
Los analistas económicos predijeron el jueves que los nuevos aranceles impuestos a las importaciones de automóviles, incluyendo las de Canadá y México, con los que la industria automotriz estadounidense está profundamente integrada, podrían aumentar el costo de los vehículos nuevos en miles de dólares. Sus advertencias reflejan el riesgo que Trump está asumiendo con la economía. Sus políticas generan aún más sufrimiento para los consumidores con dificultades económicas a corto y mediano plazo, a cambio de una visión idealizada de una nueva “época dorada” basada en un renacimiento de la manufactura en un futuro no especificado.
“Vamos a cobrar a los países por hacer negocios en nuestro país y por quitarnos nuestros empleos, nuestra riqueza, muchas cosas que nos han estado quitando durante años”, dijo Trump en la oficina oval el miércoles. “Han sacado muchísimo de nuestro país, amigos y enemigos. Y, francamente, los amigos han sido a menudo mucho peores que los enemigos”. El presidente asumirá un nuevo riesgo con la confianza del consumidor la próxima semana con su promesa de imponer aranceles recíprocos dólar por dólar a las naciones extranjeras que impongan aranceles a los productos estadounidenses. Si esto aumenta los precios, como anticipan muchos expertos, todas las miradas estarán puestas en si Trump está dispuesto a mantener el rumbo político.
Todo esto explica la dinámica política impredecible que convenció a Trump de no arriesgarse a una elección especial por el escaño de Stefanik en el norte del estado de Nueva York, que ganó por 24 puntos hace menos de cinco meses.
La decisión también parece haber estado influenciada por la creciente preocupación de los republicanos en la Florida, que ha llevado a Trump y a los líderes republicanos a intervenir en una elección especial para la Cámara de Representantes en un distrito marcadamente republicano, según informó CNN.
El candidato republicano y senador estatal Randy Fine sigue siendo favorito para ganar el martes, pero una contienda más reñida de lo esperado representaría una gran inyección de moral para los demócratas y un posible mal presagio para los republicanos de cara a las elecciones intermedias del próximo año. Irónicamente, la elección es para reemplazar al exrepresentante Mike Waltz, quien dejó el cargo para convertirse en asesor de Seguridad Nacional y contribuyó a causar el mayor escándalo hasta la fecha en el nuevo mandato de Trump al incorporar al editor jefe de The Atlantic, Jeffrey Goldberg, al chat grupal que coordina los ataques contra los rebeldes hutíes en Yemen.
Waltz ganó el escaño en noviembre por 33 puntos, pero el candidato demócrata que se enfrenta a Fine, Josh Weil, ha llevado a cabo una campaña agresiva centrada en el ataque de Musk al Gobierno federal y los riesgos para Medicaid y la Seguridad Social.
La preocupación por las elecciones especiales es un recordatorio de uno de los factores políticos que más influirá en el legado de Trump en su segundo mandato: la minúscula mayoría republicana en el Congreso. Esto pondrá a prueba la capacidad legislativa del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y la unidad de la coalición republicana, mientras Trump busca impulsar proyectos de ley complejos, incluyendo una importante reducción de impuestos, en el Congreso este año.
Aunque enfrenta las consecuencias políticas de algunas de las políticas y el estilo político de Trump, la Casa Blanca se mantiene incansablemente optimista, presentando los últimos dos meses como el comienzo más exitoso de cualquier presidencia.
Esta semana anunció una nueva inversión estadounidense de US$ 20.000 millones por parte de Hyundai, que incluye casi US$ 6.000 millones para construir una nueva planta siderúrgica en Louisiana. El jueves, Trump anunció el arresto de un hombre de 24 años, a quien el Departamento de Justicia describió como un “líder importante” de la pandilla MS-13.
La Casa Blanca ha acusado a los medios de comunicación de centrarse en el escándalo de los chats grupales en Yemen, ignorando lo que, según afirma, es el gran éxito de los ataques estadounidenses contra militantes hutíes que llevan meses interrumpiendo el transporte marítimo comercial en el Mar Rojo.
Las diferentes narrativas sobre la presidencia de Trump reflejan las profundas divisiones en el país, que se han visto reforzadas por el vertiginoso inicio de su segundo mandato. En muchos sentidos, el presidente está cumpliendo las promesas que hizo durante la campaña electoral con una rapidez extraordinaria. Los videos de deportaciones de migrantes indocumentados y presuntos pandilleros venezolanos a El Salvador son un indicador importante de éxito para muchos votantes de Trump, aunque horroricen a los defensores de los derechos humanos. La defensa del presidente de los trabajadores estadounidenses con aranceles es una respuesta directa al dolor que sienten sus votantes. Y su ataque a las élites —desde las mejores universidades hasta los mejores bufetes de abogados— con decretos está cumpliendo las esperanzas de muchos votantes de MAGA de derrocar al establishment de Washington.
Esta semana, en un momento inesperado, Hegseth insistió, en medio de las recriminaciones por el escándalo del hilo de mensajes de Yemen: “Sé exactamente lo que hago”. Trump le ha estado diciendo implícitamente al país lo mismo desde que asumió el cargo.
Pero una semana tumultuosa deja a muchos estadounidenses preguntándose si su determinación de cumplir sus promesas está llevando al país por un camino arriesgado.
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