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La desesperada búsqueda de la familia de un estadounidense detenido en Venezuela

Por Vasco Cotovio, CNN

Una noche de enero, Sophie Hunter recibió una serie de mensajes de su hermano Lucas mientras cenaba. Tenía un importante examen de trabajo a la mañana siguiente, pero los mensajes – un audio y un pin de localización – la sobresaltaron.

“Antes de escuchar el mensaje de voz, cuando vi la ubicación del pin, sentí que había un problema”, dice Sophie Hunter. El mensaje de audio lo confirmaba.

“No quiero que te asustes”, le decía Lucas Hunter. “Me detuvieron los venezolanos y ya pasaron cuatro horas desde que estoy aquí en la comisaría”.

Su hermano, un francoestadounidense de 37 años, viajaba por la Guajira, en el norte de Colombia, para hacer kitesurf.

“Es un lugar muy famoso para hacer turismo”, doce Sophie. “El plan era estar allí diez días y luego volar de vuelta. No fui con él porque me enfermé. Entonces se fue solo porque teníamos pasajes no reembolsables”.

Los dos hermanos son muy unidos y Lucas enviaba fotos a Sophie regularmente, hablándole de los lugares que visitaba. Pero el 7 de enero el mensaje era diferente.

“Me dijo: ‘Iba en mi motocicleta. Me perdí un poco. Me acerqué a un puesto de control fronterizo. Di marcha atrás y me agarraron’”. Esa es la palabra que usó. “Las fuerzas militares venezolanas me llevaron al otro lado de la frontera”, le dijo Lucas a Sophie.

Sophie dice que llamó inmediatamente al Departamento de Estado de EE.UU., al Ministerio de Asuntos Exteriores francés, a la Embajada de EE.UU. en Bogotá y a las embajadas de Francia en Bogotá y Caracas, con la esperanza de que pudieran ayudar a su hermano.

Mientras tanto, pudo seguir comunicándose con él, intentando hacerle compañía.

“No habla español”, explica Sophie.

También le pidió a su hermano detalles que, creía, serían útiles: descripciones, fotografías de lo que estaba viendo, fotos de su pasaporte para ver si se lo habían sellado cuando lo sacaron de Colombia.

“24 horas después, recibí otra nota de voz, y en ese mensaje decía: ‘Todavía en el mismo lugar, en el mismo sitio en Venezuela. Me dijeron que están escribiendo un informe diciendo que yo no tenía intención de cruzar, aunque estaba en Colombia y que deberían dejarme ir pronto, o tal vez entrevistarme en Caracas por 2 o 3 días y luego debería ser liberado”, dice Sophie.

Esa fue la última vez que supo de él.

“Desde el 8 de enero, a la 1 p.m., hora local, no hemos tenido noticias de él. No tenemos ni idea de dónde está. Los gobiernos tampoco”, dice Sophie. “No hay cargos, ni noticias, ni comunicaciones oficiales de los venezolanos”.

Las autoridades venezolanas no han respondido a la solicitud de CNN de obtener más información sobre este caso.

El último grupo de estadounidenses liberados en Venezuela estuvo recluido en el Rodeo I, una prisión de alta seguridad cerca de Caracas.

Varios activistas y ONGs dicen que es una de las cárceles en las que encierran a quienes desafían al Gobierno, pero también a decenas de extranjeros, entre ellos estadounidenses.

“Hay dos grupos de personas allí. Los extranjeros, que los califican como mercenarios, que están allí, pero que no hay información oficial al respecto, y los venezolanos, que los que están allí los relacionan con el sector militar, conspiración, ese tipo de cosas”, dice el director de Foro Penal, Alfredo Romero. “Son cárceles de máxima seguridad que parecieran estar conectadas directamente con la Dirección general de contrainteligencia militar”.

“Los extranjeros, o los que se califican como extranjeros, hasta ahora no han tenido (acesso a un abogado o contacto con el exterior)”, dice Romero.

Actualmente hay 10 estadounidenses detenidos en Venezuela, de un total de 70 extranjeros, según la ONG Foro Penal. Muchos de ellos están en Rodeo I, sin contacto alguno con el exterior.

Hasta enero, David Estrella era uno de ellos. Según Estrella, los guardias iban cubiertos de pies a cabeza y solo se les veían los ojos. Y todos tenían apodos, como «Hitler» o «Diablo». El director de la prisión era conocido como «El Tiburón».

“No se hacía nada que no pasara por él”, explicó a CNN.

Estrella afirma que él y otros reclusos eran torturados tanto físicamente, ya que los guardias empleaban la fuerza y gas pimienta cada vez que los presos se salían de la fila, como mentalmente, ya que la música a todo volumen o los discursos propagandísticos resonaban a través de los muros de hormigón las 24 horas del día.

“Tú aceptas que no vas a salir de ahí”, dice, explicando que lo hacían sentirse insignificante.

“La presión de que te sacan todo el tiempo de la celda. Y estás todo el tiempo con la capucha, no sabes qué está pasando, no sabes para dónde te van a llevar, en cualquier momento puede ser, no sé, eliminarte”.

El Gobierno venezolano ha negado repetidamente las acusaciones de tortura y abusos contra los derechos humanos, a pesar de los abrumadores testimonios, las pruebas en contrario y los numerosos informes de organizaciones como Human Rights Watch, y las Naciones Unidas.

Estrella fue liberado el 31 de enero después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mandara a su enviado especial Richard Grennell a negociar directamente con Nicolás Maduro.

Grennell fue el primer funcionario estadounidense en hacerlo en años.

Para el Gobierno venezolano, la reunión fue una oportunidad propagandística: las autoridades invitaron a la cadena estatal VTV a grabar de la reunión y se vio a Maduro sonriendo, recibiendo a un dignatario estadounidense y mostrando a Grennell el Palacio de Miraflores.

“Tuvimos una conversación franca, directa, aberta. Puedo decir que fue positiva”, dijo Maduro unos días después. “Desde la Venezuela libre, soberana y bolivariana le decimos al presidente Donald Trump: hemos dado un primer paso, ojalá se pueda sostener”.

Ese primer paso también implicaba que Caracas permitiera que los vuelos de deportación de inmigrantes procedentes de Estados Unidos aterrizaran de nuevo en Venezuela.

Tras la reunión con Grenell,Caracas accedió no solo a aceptar a los inmigrantes venezolanos deportados de Estados Unidos, sino también a liberar a Estrella y a otros cinco estadounidenses detenidos en Venezuela.

Hunter no estaba entre ellos.

“Obviamente estaba un poco triste,” dice Sophie. “Sin embargo, me alegré mucho de que algunos estadounidenses se hubieran ido porque, para mí, eso significaba que quizás podríamos entender mejor las condiciones”.

El Departamento de Estado de EE.UU. ha designado a Hunter como detenido injustamente, un estatus que desbloquea más recursos para intentar conseguir su liberación, pero también para apoyar a su familia mientras él está en prisión, así como para apoyarlo tras su regreso a casa.

“Significa mucho para mi familia”, dice Sophie. “Significa que es la máxima prioridad”.

Un portavoz del Departamento de Estado le dijo a CNN que continúan buscando la liberación de “todos los estadounidenses” arrestados “por el régimen en Venezuela”.

Pero meses después de su previsto regreso a casa, el apartamento de Hunter en París muestra las marcas de su ausencia. Sus plantas, carentes de atención, han visto cómo sus hojas se marchitaban y caían.

La familia mantiene sus cosas intactas, segura de que volverá, pero su hermana aún está preocupada.

“Él es fuerte en todo. También sé que tiene un lado tierno. Y por eso estoy un poco preocupada por su salud mental, por su asma y por cómo puede mantener el ánimo”, dice Sophie. “¿Está con otras personas? ¿Cómo está de salud? Es un juego de adivinanzas. Es un poco difícil”.

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