Trump recibirá en la Casa Blanca a Bukele, que juega un papel clave en la agenda sobre inmigración del Gobierno de EE.UU.
Por Kevin Liptak, CNN
En una época en la que las alianzas estadounidenses se han visto sometidas a una tensión extrema por las guerras arancelarias y las disputas sobre el gasto militar, un líder se ha ganado firmemente el favor del presidente Donald Trump: Nayib Bukele, de El Salvador, quien visitará la Casa Blanca el lunes.
La disposición de Bukele a aceptar a cientos de migrantes que, según la administración Trump, son miembros de pandillas o criminales violentos ha sido fundamental para la ambición del presidente de deportar a un millón de personas indocumentadas antes de que termine el primer año de su segundo mandato.
El secretario de Estado, Marco Rubio, quien anunció el domingo que otros 10 presuntos pandilleros habían sido enviados a El Salvador, escribió en línea que la alianza de Trump y Bukele “se ha convertido en un ejemplo de seguridad y prosperidad en nuestro hemisferio”.
La visita del lunes consolidará la posición de Bukele como uno de los socios extranjeros más cercanos de la nueva administración Trump, que se ha distanciado de algunos aliados tradicionales de Estados Unidos en sus primeros días. Bukele, uno de los líderes más populares de la región, se ha autoproclamado “el dictador más genial del mundo” y el “rey filósofo”, al tiempo que suspende ciertas libertades civiles para perseguir a las pandillas de su país.
Esto le ha valido la ira de organizaciones internacionales de derechos humanos, que denuncian abusos a gran escala en su ofensiva contra la delincuencia. Pero también le ha granjeado popularidad en El Salvador. Bukele, de 43 años, ganó la reelección el año pasado por una amplia mayoría.
Trump ha tomado nota. Llamó a su homólogo “Presidente B” en redes sociales durante el fin de semana y lo elogió por aceptar con generosidad a “algunos de los enemigos extranjeros más violentos del mundo y, en particular, de Estados Unidos”.
“Creo que está haciendo un trabajo fantástico. Está solucionando muchos de nuestros problemas”, declaró Trump a los periodistas a bordo del Air Force One la madrugada del domingo, mientras regresaba de Miami tras ver una pelea de la UFC.
“Ha sido increíble”, dijo Trump, restando importancia a cualquier preocupación por los derechos humanos. “Tienen gente muy mala en esa prisión”.
La cárces a la que se refiere Trump es el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), que Bukele ha invitado a Estados Unidos a utilizar para encarcelar a deportados a cambio de una tarifa. El ministro de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador publicó el domingo un video muy producido que muestra cómo los 10 deportados que llegaron el fin de semana son bajados de un avión y conducidos a la prisión con grilletes.
El gobierno ha afirmado que quienes han sido enviados a El Salvador son terroristas o delincuentes violentos, pero las pruebas que lo demuestran son escasas. Abogados del gobierno han citado tatuajes o ropa relacionada con pandillas en documentos judiciales para alegar que son criminales.
Para deportar a algunos de estos hombres, el gobierno se ha basado en la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley centenaria que permitía las deportaciones sumarias en tiempos de guerra. La Corte Suprema dictaminó la semana pasada que el gobierno podría seguir utilizando la ley por ahora para expulsar a migrantes de Estados Unidos.
En una decisión separada, el tribunal superior dijo que la administración debe “facilitar” el regreso de un padre de Maryland deportado por error a El Salvador, aunque no llegó a exigir al gobierno que lo devuelva a Estados Unidos.
Trump dijo después que seguiría la directiva del tribunal si le ordenara “traer a alguien de regreso”, aunque los abogados del Departamento de Justicia no han podido proporcionar información sobre lo que están haciendo para llevar de vuelta a Kilmar Armando Abrego García a los EE.UU.
La administración Trump afirmó en un documento presentado el sábado que Ábrego García se encuentra “vivo y seguro” en Cecot. Un día después, la administración insistió en que no está obligada a colaborar con las autoridades salvadoreñas para asegurar el regreso de Ábrego García, un argumento que podría desencadenar otro enfrentamiento de alto perfil entre la administración y el poder judicial federal en materia de inmigración.
Cuando se le preguntó en una sesión informativa la semana pasada si Bukele podría traer a Abrego García de regreso a Estados Unidos durante el viaje del líder, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, objetó y señaló que el tribunal requería que la administración “facilitara el regreso, no que lo efectuara”.
“El presidente Bukele estará aquí en la Casa Blanca el lunes para hablar sobre la cooperación, que se encuentra en su punto más alto”, dijo. “Agradecemos enormemente la cooperación del presidente Bukele y El Salvador, así como la repatriación de los pandilleros salvadoreños que la administración anterior permitió infiltrarse en nuestro país”.
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